El día 23 de diciembre a las 9 de la mañana comienza cada año el ritual de preparación de las croquetas de la abuela. Es algo tan clásico como el discurso del rey o la voz de pito (capaz de taladrarte el cerebro) de los niños de san ildefonso cuando cantan cada año los números de la Loteria.
Se han servido acompañando a grandes platos como la lubina, cordero, o los carabineros y siempre se han acabado.
Nunca defraudan, sabes lo que son, las podrías comer todos los días pero antes decides infartarte a permitir que tu cuñado te robe la última maldita croqueta.
Picando a Gideón te aseguras cenar croquetas, ya irán apareciendo los grandes platos cuando los otros decidan sus guilds.
Gideon es para mí algo parecido a las croquetas de mi abuela. Lleva harina, muchos huevos y bastante amor. (También me daría un infarto si se lo pasara al que tengo a mi izquierda)
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